De la diálisis a la vida, una historia de esperanza

Guayaquil, 14 de noviembre de 2024

Katherine M., (nombre protegido), experimentó un cambio drástico en su vida hace 12 años cuando fue diagnosticada con insuficiencia renal crónica tras confirmarse que sus dos riñones no funcionaban adecuadamente. Desde entonces ha enfrentado 9 años de sesiones de diálisis, mientras se incorporaba al programa de trasplante del Hospital de Especialidades Teodoro Maldonado Carbo, HTMC, de Guayaquil.

Con nostalgia recuerda lo devastador que fue someterse a estas sesiones. A pesar de su juventud hubo momentos en los que sentía que su cuerpo no le respondía, que se desvanecí, y en esos instantes, la resignación se apoderaba de ella. Sin embargo, siempre encontró en su familia el apoyo y la fortaleza necesarios para mantener viva su fe.

Finalmente, el día que tanto había esperado llegó de manera inesperada. "El 6 de octubre recibí la llamada que cambiaría mi vida. Me informaron que había un operativo de trasplante y que había sido seleccionada, gracias a Dios. Al día siguiente ya estaba operada a las 2 de la tarde", compartió con emoción.

"Después del trasplante me sentí un poco débil debido a la complejidad de la cirugía. Estuve hospitalizada durante 15 días, pero al final salí completamente curada. Ahora estoy bien, saludable y en proceso de recuperación", dijo.

A sus 32 años se considera la mujer más afortunada del mundo, ya que hace 2 meses recibió el mejor regalo que la vida le pudo ofrecer: un riñón sano. "En el Teodoro Maldonado hay un equipo de profesionales excepcionales en todas las áreas que me atendieron. Tanto enfermeros como médicos estuvieron muy pendientes de mí, cuidando cada síntoma y preguntándome constantemente si me sentía bien. Se comportaron a la altura en todo momento", comenta con gratitud.

Katherine M. expresa con gran alegría que su vida ha cambiado radicalmente después del trasplante y está convencida de que con el tiempo su vida será aún mejor. Para describir su emoción utiliza dos palabras: "Completamente feliz".

"A las personas que aún están en diálisis les digo que no pierdan la esperanza. A mí me tomó 9 años, hay quienes tardan más o menos, pero cada uno vive su propio proceso. Nunca pierdan la fe. Gracias a la generosidad de un donante que hoy está en el cielo tengo la oportunidad de seguir viviendo aquí en la tierra", finaliza con una gran sonrisa.