El IESS me salvó la vida, siento que es como un regalo divino

Guayaquil, 11 de marzo de 2024
Tania V., tiene 27 años, y se benefició de un trasplante de riñón en el Hospital Teodoro Maldonado Carbo (HTMC) del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS). Está satisfecha con la atención recibida durante su proceso que empezó cuando fue diagnosticada con insuficiencia renal crónica, a sus 21 años.

"Vivir con diálisis no es nada fácil, estuve seis años dializándome, al principio sí me costó mucho, me dio mareo, vómito, estaba muy delgada, perdí peso, ahí fue cuando me desmoroné completamente, sentía que la esperanza nunca iba a llegar", relata.

Comenta que lo difícil de esta etapa fue cuando se levantaba a las cinco de la mañana porque tenía que hacerse diálisis de 6 a 10, cuatro horas donde corría riesgo de que se le baje o se le suba la presión y descompensarse. A pesar de que estaba en constante control de los médicos y enfermeras, lo duro es acostumbrarse a vivir con esa nueva realidad.  

Tatiana asegura que no veía las sesiones de hemodiálisis como algo malo, al contrario, sentía y sabía que eran por su bien y que por medio de ese tratamiento le estaban ayudando a mejorar su condición de salud. "El cuadro que se vive a diario en una sala de diálisis es muy duro, hay personas mayores que lloran, se desesperan y se echan a morir, a pesar de eso, yo me supe mantener y fui muy perseverante," dijo.

La palabra diálisis para muchas personas significa muerte, para Tania V., fue simplemente como una terapia y una prueba más donde tuvo que afrontar esa situación con madurez. Pero hubo ocasiones en que al ver a todas las personas conectadas a una máquina con cara de sufrimiento se conmovió mucho y llegaba a su casa a llorar, en esos momentos sentía que la buena noticia nunca iba a llegar.

"Yo pensé que iba a morir. Cuando me detectaron la enfermedad tenía 21 años y dije ¡no creo que llegue hasta los 23! algo me va a pasar, me va a dar un infarto, no voy a resistir, pero ahora tengo 27 y aún estoy viva", resalta.

Ella pensaba en su futuro, en que ya no podría viajar y hacer las cosas que hacía antes, que no llegaría a casarse ni a tener hijos. Pero siempre mantuvo la esperanza intacta. Mientras esperaba que eso sucediera, su familia y amigos estuvieron con ella desde el día uno, de ellos recibió mucho apoyo moral y todos se adaptaron a lo que ella padecía.  

"Es difícil ser joven y vivir restringida de muchas cosas, por ejemplo, la piscina, la playa, no comer demasiado, se me hizo muy complicado, pero con el tiempo yo misma me decía ¡Tienes que cuidarte! siempre hacer las cosas con responsabilidad. Gracias a Dios antes del trasplante estuve en perfectas condiciones y pude recibirlo con éxito", comenta la beneficiaria.

En el tiempo que se realizaba las diálisis hubo un médico particular que le ofreció realizarle el trasplante en Cuba por una suma muy alta de dinero, pero en ese entonces su familia no contaba con la cantidad requerida. Lo único que hicieron fue tener fe porque su trasplante iba a llegar por medio del seguro social, en cualquier momento.

"Este trasplante costaba 80 mil dólares, mis padres no tenían para pagar, el IESS me salvo la vida. Siento que esto es como un regalo que me dio Dios, cada deseo de fin de año o de cumpleaños era hacerme el trasplante, ese era uno de mis propósitos. Tengo muchas cosas por hacer, estudiar, trabajar, siento que ahora me puedo casar.

Agradezco al IESS a los doctores, a todos de corazón por hacer este acto de amor para las personas que realmente lo necesitan", enfatiza la paciente.

El Dato
Desde 2021 a la fecha, el IESS ha realizado 494 trasplantes entre renales, de córneas, hepáticos y recientemente de médula ósea.